"Por aquellas noches de frio que ahora traen buenos recuerdos"
Y aun me acuerdo de cuando paseando llegamos allí, estaba desierto y no había ningún sitio para sentarse mas que una barandilla de madera estrecha. Y ojo con caerte de ahí, porque las escaleras que nos esperaban cinco metros más abajo no eran muy comodas que digamos. Pero bueno, todo eso nos daba igual y ambos lo sabemos, ni el viento helado, ni que la timidez nos impidiera hablar nos privo de aquellas vistas mágicas, todo Alicante a nuestros pies. Las luces de las farolas, de los bares cerrando, de los barcos, del puerto, del paseo, el ruido del viento, junto con el de gente hablando y un camión de la basura a lo lejos. Creo que no medía más de cinco metros cuadrados, y nos sobro. Tuve que subirme a la barandilla, eras más alto de lo que esperaba y me abrazaste, muy fuerte, muy grande, muy acojedor. Y cuando quise darme cuenta te estaba mirando a los ojos, con lo que a mi me cuestan esas cosas, tus manos en mi espalda me acercaron un poco más y en apenas un segundo se rozaron nuestros labios, entonces perdí el frío, sentí calor y ganas de morderte el labio, y allí encima de todo y de todos, me besaste, te besé y todo fue mágico.
Al bajar de las nubes nos dimos cuenta que nos habían encerrado, y no tuvimos otra que buscar una salida por aquel laberinto de cuestas, aun me acuerdo de como miraba hacia atrás, para ver si seguías ahí, observándome.
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